martes, 12 de junio de 2007

LA DUDA Y LA CIENCIA.

Irène y Frédéric Joliot-Curie, Paris, 1945,
de Henri Cartier Bresson

Este retrato del matrimonio Curie, más allá de lo formal, se adentra en aspectos muy profundos de la personalidad de los dos científicos. En la imagen de Cartier Bresson[1], Irène se sitúa en primer término, ligeramente adelantada sobre la figura de su marido, cobrando un mayor protagonismo, como lo tuvo en la vida científica también. Se trata de un plano americano en ligero picado un tanto inquietante por el desequilibrio que presenta el espacio que queda desde sus cabezas hasta el borde superior de la fotografía, donde además se deja ver tímidamente un fondo de naturaleza muerta, un papel pintado, unas pinturas sobre la pared quizás, difusas y opacas. Delante, las dos figuras visten despreocupadamente ropas oscuras, ajadas, sin pretensión estética alguna. Hay tres fuentes de luz importantes que destacan: La primera, en el fondo y apenas insinuada, asoma en vertical por la izquierda. Otra muy significativa hacia las manos de cada uno de los fotografiados. Frédéric las tiene montadas una sobre otra en un gesto que indica nerviosismo e inseguridad; también humildad. En el caso de Madame Curie, las manos se dejan caer de forma más natural y segura, aunque en esa naturalidad se observa una cierta tensión. El tercer punto de luz es el más definitivo y el que confirma el conjunto, va directo al rostro de ambos dividiéndolo en vertical en contraste claro-oscuro que, en el caso de Irène, se abre en la claridad hacia el cabello. En su marido, la mirada, la inclinación de la cabeza y las formas del cuello de la camisa insinúan una personalidad entregada a una función, quizás nos ha querido decir el fotógrafo que a la de la ciencia en la que la protagonista es Irène. Ella mantiene un penetrante duelo con la cámara, en su mirada hay algo de desafío al mundo externo del que parece decirnos la imagen participa escasamente. Ambos tienen su propio mundo, ambos transmiten tristeza, son los científicos sacados de sus laboratorios y puestos al servicio de una cámara que los comunica con un mundo exterior que les queda grande. Desde mi punto de vista, estas miradas son las de la duda y la desconfianza, y no solo de la ciencia, sino del propio artista que los fotografía. “El hecho de ser observado modifica el modo de mirar a los otros” diría Cartier Bresson a propósito de su negativa a ser fotografiado.


[1]Irène y Frédéric Joliot-Curie, Paris, 1945 en “Henri Cartier Bresson”
,Lunwerg/ Photo Poche, Barcelona 2006, pág.7

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Una bonita foto ciertamente

Anónimo dijo...

Hay una exposición sobre Neorrealismo italiano en el Centro Cultural de la Villa en Madrid, a propósito de PhotoEspaña que deberías ir a ver. Cuando yo vaya ya te contaré.
Me ha encantado tu descripción... aunque no entiendo los dos enlaces para crear nuevas entradas desde tu entrada... ¿es una provocación bienintencionada? Lástima que no tenga yo el verbo tan entrenado.

raull.

Pilar M Clares dijo...

¿enlaces para crear nuevas entradassss? no sé, ¿dónde? ni idea.
Me encanta la fotografía, me gustará lo que me cuentes, besico.

Anónimo dijo...

Sí, al lado de cartier Bresson, hay in '[1]' que si pulsas sobre él te abre una ventana para escribir una nueva entrada.

Aloia dijo...

Bienvenida Pilar!!Me alegra verte por aquí. Una desaparece un día del medio...y cómo crece el medio!!
Estupenda continuación del cuento, por cierto!
Besos.

Pilar M Clares dijo...

Ya lo he corregido, raull. Besos para ti, Aloia, es un placer y mil gracias.