lunes, 31 de diciembre de 2007

Placebo - My sweet prince.

Pilar dejó esta canción en uno de sus últimas entradas, y me ha gustado tanto lo que decía ella y lo que decía la canción, que no he podido evitar traducirla y compartirla con vosotraos. Parte de lo que dice me gustaría decírselo a alguien, pero él (o yo) esta a un 'charco' de distancia. Yo me expreso mucho con canciones, porque todavía estoy aprendiendo a hablar.




(Para oir la canción en imeem pulsar aquí)


My sweet prince – Mi dulce príncipe

Never thought you'd make me perspire
Nunca pensé que me harías sudar
Never thought I'd do you the same
Nunca pensé que yo te provocaría lo mismo
Never thought I'd fill with Desire
Nunca pensé que me hartaría de deseo
Never thought I'd feel so ashamed
Nunca pensé que me sentiría tan avergonzado

Me and the dragon can chase all the pain away
El dragón dragon y yo podemos espantar todo el dolor
So before I end my day, remember
Así que antes de que acabe mi día, recuerda
My sweet prince, you are the one
Mi dulce príncipe, tú eres el único
My sweet prince
Mi dulce príncipe
you are the one
tú eres el único

Never thought I'd have to retire
Nunca pensé que me tendría que retirar
Never thought I'd have to abstain
Nunca pensé que me tendría que abstener
Never thought all this could back fire
Nunca pensé que saldría el tiro por la culata
Close up the hole in my vain
Cierra el agujero de mi vacio

Me and my valuable friend
My valioso amigo y yo
can fix all the pain away
podemos espantar todo el dolor
So before I end my day
Así que antes de que acabe mi día
remember
recuerda
My sweet prince
Mi dulce príncipe
you are the one
tú eres el único

Never thought I'd get any higher
Nunca pensé que me engancharía tanto
Never thought you'd fuck with my brain
Nunca pensé que jugarías con mi cerebro
Never thought all this could expire
Nunca pensé que todo esto pudiera caducar
Never thought you'd go break the chain
Nunca pensé que irías a romper la cadena

Me and you baby,
Tu y yo,
still flush all the pain away
todavía nos deshacemos de todo el dolor
So before I end my day
Así que antes de que acabe mi día
remember
recuerda
My sweet prince
Mi dulce príncipe
you are the one
tú eres el único
My sweet prince
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
you are the one
My sweet prince
My sweet prince



P.D. Cuando acaba la canción el cantante dice algo que me gusta mucho, algo así como que esta canción está escrita para todos los amantes que en el dormitorio se dicen este tipo de cosas, que ellos saben qué quiere decir esta canción (y tecleo con la piel de gallina ahora mismo).

Ésta es para ti Pilar.

lunes, 24 de diciembre de 2007

A Pilar, a Raquel, a Hôichi, a Raull....

A vosotros que dais forma a esta caja de entrañables sorpresas, que dais arropo a quienes lo necesitan; que estais, sin estar, siempre presentes. A vosotros, de quienes muchas veces hablo como si os conociera; a vosotros que ocupais ya un cachito de mi alma, GRACIAS.
A vosotros, que sois arte, imagen, poesía...a vosotros que tirais de cuerdas infinitas, a vosotros que alimentais el sueño y la fantasía, a vosotros que estais lejos pero tan cerca...GRACIAS.
Para vosotros, mi abrazo, mis besos, mis deseos, los mejores, hoy, mañana, el año que viene y todos los días de todos los años que vengan....SALUD, AMIGOS.

sábado, 15 de diciembre de 2007

ALBOROQUE

Alboroque significa el agasajo que hace comprador, vendedor, o ambos, a aquellos que intervienen en una venta. Viene del árabe al-buruk, regalo.
En la huerta levantina se utiliza con un sentido añadido: cuando alguien muere, es el encuentro de las personas que se quieren para recordar a quien se ha perdido. Comida, charla, cariño, lo que haga falta.

Mi agradecimiento a mi hermana María, a Manolo, a Lucía, a Pepón e Isa, a Paco M. Almagro, a Andrés, Hoichi y Raquel, a mis amigos dolomitas, a mis hijas María y Aíta. A mi madre que, no teniendo conciencia de alboroque, nos reúne y lo cumple.
A todos gracias por los besos que me dais.
También al detective por hacerme buscar en el diccionario para saber qué me pasa.
Y a los demás, pendientes de tiempo y de que me aclare.


miércoles, 12 de diciembre de 2007

ESPIRAR, INSPIRAR



Respirar, morir o vivir.
Con intermitencia construimos el paso
entre la vida y la muerte,
porque de un hilo de aire se hace lo humano
cuando nace y muere
inspira y espira.

en esos brevísmos instantes, milésimas de segundos, el tiempo articula la esencia de ser.
Sigues siendo hermoso.

Beso tus manos que, en la inconsciencia,
elevas y posas sobre las mías,
anhelantes de estos largos momentos.
La vida se alarga, la vida no es corta.

en cada latido se oye el fluir de tu río.
Acaricio tu rostro.

Mojo la gasa en el agua
y con ella rozo suavemente tu boca
Me pregunto si soy yo misma la que
impaciente de tiempo, desea seguir viviendo
en este líquido que pongo en tus labios

y deja mojados mis dedos.
Tu piel tan rosácea.

Recobras tus gestos a veces.
Yo te miro embobada de cerca
en la plenitud de esta agonía

mostrada con irónica dulzura

incluso reniegas de tantos besos
mientras buscas en lo bordes de ti mismo
el espacio relleno con unos y otros
que, entristecidos y alocados,
acudimos ansiosamente a recuperar
todo aquello que ya nos diste.
Y tu boca se ríe

A tu suavidad me acerco
Subes y bajas, respiras tranquilo.
Eres el más hermoso.
Estiras los brazos,
tu mano, de nuevo.

Eres plenitud de vida.
Y te quiero, tanto tanto

viernes, 7 de diciembre de 2007

Topos, imanes y neveras

Si no te llevas bien con las cometas,
recuerda cuando te crecieron las tetas.
¿Por qué se ríen de las princesas hoy?
Dime que sigues recubierta de roquefort.

Y si necesito amor encenderé el radiador,
porque no quiero estar contigo si es encerrado en el baúl,
porque la comida es fría y apenas entra luz,
porque huelen las paredes a recién pintado aún.

El cartero no tenía la culpa,
el cartero no tenía la culpa.
Fui yo el que a quererte no se atrevió,
fui yo el que a quererte no se atrevió.

Tu dentadura se me escapó.
¿Quién me cuenta ahora historias de terror?
¿Quién se acuerda de los imanes del congelador?
Siga a la mujer serpiente, por favor.

Un oso panda en el salón se está comiendo el pantalón,
no tengo nada que ponerme, vestidos para la ocasión.
Un hombre rana en el salón se está secando con mi albornoz,
dime que me quieres aunque todo terminó.

El cartero no tenía la culpa,
el cartero no tenía la culpa.
Fui yo el que a quererte no se atrevió,
fui yo el que a quererte no se atrevió.

Y ahora estoy, y ahora estoy de puta madre,
ya te llamaré más tarde.
Y ahora estoy de puta madre,
estoy de puta madre,
estoy de puta madre,
estoy de puta madre ...

El cartero

martes, 27 de noviembre de 2007

Isolation.



La vida está llena de pruebas y dado que ningún hombre es una isla...puede que sólo en el azar exista la espontaneidad.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Fuegos fatuo-vitales

Celebro seguir culeando como cual culebra culera. Brindo por seguir permaneciendo sito. Comiendo, cagando, meando, sintiendo, mirando, escuchando....... Existiendo descubriendo sorprendiendo/me. Sin más dilaciones os convido a ello, pues no hay mayor regalo/deseo/realidad/privilegio.Besosagradecimientossincerossalados.


sábado, 10 de noviembre de 2007

ESCRIBO DESDE LA SANGRE




Los libros viejos tiran de sus páginas
para sobrevivir al tiempo.
En la número 302 se lee:
Escribo desde la sangre

Y apunto desordenadamente en el margen,
como si la luz me amenazara:

Yo te provoco en el nombre del padre
Yo me ofrezco en el nombre de la madre
Yo me entrego en el nombre del cielo
Por los siglos de los siglos
Eternamente.

Pongo la pila de mi nombre en tus manos
y en las de todos mis fieles asesinos
que, piadosos y valientes,
cuestionan cada letra de mi vida.

Me expongo, voluntaria, delante de ti, de ellos
y os invito al festín
de las íntimas catástrofes.

Eres cálida en la mañana,
Te atreves.
Hay zonas de mi cuerpo que son frías
Me digo.

Despojados de destino,
sin armas ni atuendos,
recorremos los caminos
que nos apartan de la tortura.

Escribo desde la sangre,
paso la página,
destruyo el instante.
Permanezco en la vida.

Ironías tremendísticas

.....Ahora le han diagnosticato un sarcoma en el fémur derecho, ha visto ya en el TAC esa estructura tumoral arborescente en un momento muy avanzado de su desarrollo. Como la visión de los finales nos hace cursis, " es como un alga en un mar de carne y hueso", anota en una libreta.

Fragmento extraído de Nocilla Dream de Agustín Fernández Mallo






viernes, 9 de noviembre de 2007

Hastío


Tenebrismo (Raquel Méndez)


Ante los ojos, sólo sombras. El alma deshaciéndose en jirones nominales, cheques canjeables por tristezas. La vida deshaciéndosele en lluvias infecundas. Y la muerte haciéndole el cortejo, en un frustrado juego de seducción. El peso de un inmenso hastío haciendo ceder todo bajo sus pies.

Esa noche tuvo en sus manos la muerte, redonda, blanca, diminuta y múltiple. Pese a su aparente levedad, resistió el único hilo de cordura sobre el que aún se mantenía en un frágil equilibrio casi imposible.

Venció, y sintió el pánico de lo no ocurrido. Resistió el hilo. Pudo no haberlo hecho. Y entonces se habría sumido en la nada.

Se vio a sí misma penetrando la tiniebla de la locura, sin consciencia ni miedo, ni sentimiento alguno. No era terrible, no era pavoroso, ni temible, no era NADA.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Arkansas

A veces creo que estoy inmerso en una especie de sueño fétido sin ánimos de atisbar un despertar placentero. No estoy diciendo que no quiera vivir, ni por supuesto no voy a dar el típico discurso pesimismo versus optimismo. Ni mucho menos, trato de describir sensaciones, vibraciones o como se les quiera llamar. Y que en ocasiones me asaltan a traición clavando una estaca en mi sombra. Reteniéndome en contra de mi voluntad. Es el precio de ser un ser supuestamente racional, que me pasan estas cosas. Como seguramente lo que trato de decir es algo abstracto, pues para muestra un botón.





sábado, 27 de octubre de 2007

Smog - Back in School | Volviendo.

Bueno, creo que vuelvo, con permiso del trabajo, los estudios, mis locuras, ... Os dejo este aperitivo, esta poesía cantada. Es Smog, un tejano que escribe unas letras desnudas y sinceras para mí (éste su myspace).

Espero que os guste.
raull.




(Para escuchar la canción en Divshare pulsa aquí)


I saw you standing there
Te vi allí de pie
With your hand in his hair
Con tu mano en su pelo
And his hand in
Y su mano en
Your back pocket
Tu bolsillo de atrás
I couldnt help but stare
No pude hacer otra cosa más que mirar fijamente

I wanted to tell you
Quería decirte
That i was back in school
Que estaba de vuelta en la escuela
But in the dark of the club
Pero en la obscuridad del club
I knew it wouldnt carry much weight
Supe que no tendría mucha importancia
Well, i'm trying to learn your language
Bueno, estoy intentando aprender tu lengua
I'm trying to learn your language
Estoy intentando aprender tu lengua

I came to your party empty-handed
Vine a tu fiesta con las manos vacías
I came to your party, uninvited
Vine a tu fiesta sin haber sido invitado
I came to your party, a headstart on the drinking
Vine a tu fiesta, con ventaja en la bebida

I wanted to tell you
Quería decirte
That i was back in school
Que estaba de vuelta en la escuela
But in the chit-chat, chit-chat should that...
Pero con la chachara, la chachara debió de…
Well, i'm trying to learn your language
Bueno, estoy intentando aprender tu lengua
It's like a fly learning how to bark
Es como una mosca intentando aprender a ladrar
I'm trying to learn your language
Estoy intentando aprender tu lengua
It's like a fly learning how to bark
Es como una mosca intentando aprender a ladrar


That smile on your face
Aquella sonrisa en tu cara
That smile on your face
Aquella sonrisa en tu cara
That smile on your face
Aquella sonrisa en tu cara
I try to erase
Traté de borrar
That smile on your face
Aquella sonrisa en tu cara

But a kiss was not the answer
Pero un beso no fue la respuesta
A kiss was not the answer
Un beso no fue la respuesta
A drunken kiss was not the answer
Un beso borracho no fue la respuesta

martes, 16 de octubre de 2007

Calles y alientos

Sangre, sudor, vísceras, asco y vida-muerte








Todo se funde para renacer

miércoles, 3 de octubre de 2007

Un millón de vacas. Manuel Rivas (Escolma)

(para todos, en especial a Pilar)


Non ía de negro senón cun vestido estampado azul e branco e levaba sobre os ombros un chal da color da prata vella, como prolongación dos cabelos. Fíxome sinal de stop desde a sombra da marquesina e, cando me detiven, asomou con resolución pola xanela do auto uns ollos de curuxa con gafas de cuncha.

¿E logo irá para Vigo, ou non?

Preguntouno coma se realmente non houbese outro sitio a onde poder ir. Gracias, neniño, déchesme a vida, dixo despois de acomodarse no asento e retocar o pelo coas mans. Na radio daban os sinais horarios das cinco da tarde e logo soou a sintonía do informativo. Allea ó son intruso que se interpuña entre os dous, explicou de seguida que perdera o coche de liña e que tiña vez no médico. A esta idade non che temos máis que achaques, neniño, ser vello éche unha desgracia. En Galicia, dicía o locutor, hai aproximadamente un millón de vacas. Que va, señora, díxenlle eu por cortesía, non diga iso. Parvadas, dixo ela, pensan que somos parvos, ¡un millón de vacas!, pasan o día dicindo parvadas. Apaguei a radio e virouse cara a min con rostro satisfeito. Nada do que din é certo, neniño, nada do que din é certo.

Preguntoume que onde vivía e respondinlle que non sabía moi ben. Ando de aquí para aló. Ela sorriu. Os mozos sodes un caso. Eu vivín en Madrid. ¿Coñeces Madrid? Ata hai moi pouco vivín en Madrid. Teño un fillo alí, marchou a traballar e alí casou, Un día apareceu na casa, en Soutomaior, eu estaba pelando nas patacas e díxome anda mamá, colles as cousas e véste comigo. E díxenlle eu pero neniño, e que fago cos animais, e coa casa, ¿quen vai coidar da casa? E el díxome mira mamá, xa haberá quen coide dos animais, deixámosllos ós veciños, e a casa, a casa ninguén a leva. E así foi. Funme para Madrid.

¿E gustoulle Madrid?

¿Que?

¿Gustoulle Madrid?

Moito. Gustoume moito.

A vella revolvía no bolso e sacou un pequeno espello e unha barra de labios.

Gustoume moito, dixo despois do arreglo. Pero non podía durmir. O meu fillo vivía nun piso, un pisiño, pero estaba ben. En fin, podía pasar. A nora é unha xoia. Eu sempre quixen que buscase unha moza da terra, pero, en fin, casou alí, e dígolle que a rapaza é unha maravilla, moi delgadiña, iso si, pero moi xeitosa. Non me deixaba tocarlle a nada. Nin fregar os pratos me deixaba. Tú mamá -chamábame mamá-, a descansar que ya has tenido bastantes trabajos. Eu, miña filla, como todo o mundo. Que no mamá, que te sientes. Pero, ai neniño, o que non podía era durmir. As paredes sonche de papel. No piso de arriba tiñan un crío, unha criaturiña que, claro, poñíase a chorar. Xusto enriba miña tiña o berce. ¿Queres crer que os desgraciados dos pais non se levantaban para acariñalo? Noite tras noite, e o crío chorando coma unha víctima ata que calaba de cansancio, meu pobre. A min comíanme os demos. Un día encontrei no portal á nai e díxenllo, por estas que llo dixen. Díxenlle que se non tiñan alma, deixar chorar así á criatura. ¿A que non sabes o que me contestou a descarada? Usted métase en lo suyo. Iso foi o que me dixo, mala chispa a confunda. Pero o peor non foi iso.

Mireina de esguello, Tiña os beizos apretados e refregaba as mans.

O peor foi que iso mesmo me dixo a miña nora. No son cosas suyas, mamá, cada uno vive su vida. Aquela noite o neno volveu chorar. A min comíanme os demos. Así que marchei. ¿Que lle parece? Marchei ó día seguinte.

Baixando polo Meixueiro, recortábase no fondo a silueta caótica de Vigo, coma unha descoidada medianeira no paraíso da ría.

¿Vai á Residencia?

Non, non. Déixame á entrada que xa eu me arreglarei.


Se quere, achégoa ó médico; teño tempo abondo.

Volveuse a negar, pero cando parei o coche no semáforo da plaza de España púxome unha man enriba do xeonllo e arrimouse como para dicirme unha confidencia. ¿Sabes onde está a Nova Olimpia? Quedei sorprendido, pero díxenlle que si. Si, creo que si. Pois déixame alí. Hoxe hai baile da tercera edá. ¿Sabes? Cando volvín de Madrid, botei un noivo.

¿E non será médico?

¡Non, que va!, dixo ela chorando de risa.

martes, 18 de septiembre de 2007

ESTE BLUE TUYO







"Ya no sé cuándo, pero una vez dijiste
algo sobre la noche"
E. Sánchez Rosillo

Serías tú,
cantor de la noche,
quien arrojara palabras
construidas sobre los tiempos rotos.

Serías tú
quien las escondiera
en los cráteres cristalinos
de las nubes en blue.

Sería yo,
en mi silencio,
oído, mirada y hierba
húmeda, escalofrío de madrugada.

Serías tú, con tu mano cálida,
melancólica piel, venal esencia,
dulce espada de la oscuridad.
Vida serías tú,
alondra en el alba.

Abriría yo mis ojos
en los humos
a los líquenes del alma.

Y por ese ventanal abierto
cederías, con elegancia,
al empuje de la luz sonora.
Las siluetas abrazadas
volverían a ti,
anidarían
en los impuros sótanos de la noche.

De nuevo serías tú,
de nuevo el don de la palabra.

Hay un tema,
Escucha,
Olvida
Atento
Sereno
Serías tú
Duerme
Blue

jueves, 13 de septiembre de 2007

ANTES DEL OTOÑO

Aunque el viento pase por tu lado,

nunca se lo dirás a nadie.

-- Nunca

Aunque las brasas te consuman,

tampoco dirás que te pedí que no lo dijeras.

--No saldrá de mi boca abrasada

Prométemelo aunque entierren tu cuerpo

en una tarde de mar en furia.

--Lo prometo

Promete ahora que nunca contarás que te hice prometerlo

aunque la ausencia y el temblor enhebren en ti.

--Seré firme cripta de este silencio

¿Me lo juras por lo intacto de la penumbra en la oscuridad?

--Lo juro

Jura que no dirás que te hice jurar,

hirviente, en la sombra de nosostros,

y a la merced del silencio.

--Con mis labios juro en los tuyos.

Dímelo entonces, ahora,

bajo este cielo ardiente e inmenso de mi garganta,

antes de que la luz prometa y anuncie.

--Te quiero

miércoles, 5 de septiembre de 2007

TRASNOCHANDO CON LA POESÍA

Días 4,5 y 6 de septiembre, en el Museo de la Ciudad, Murcia, lecturas literarias bajo el nombre TRASNOCHANDO. Amantes de la palabra reunidos por el poeta Soren Peñalver (en la imagen) leen producción propia y ajena.

Los versos de Jaime García-Máiquez ("Otro cantar", Pretextos 2007) presiden el encuentro:




El agua tiene sus mundos:
el de la nieve encantada,
peregrino del río,
el de la ola en volandas,
el ermitaño de un pozo,
el de las lluvias de plata.

domingo, 19 de agosto de 2007

Silencios

miércoles, 15 de agosto de 2007

Lo prometido.....

A todos vós, compañeiros de viaxe a carón das redes...

Chove.
E non me podo resistir.
Chove.
e aterréceme a idea de non poder facelo.
Chove.
Quixera poder seguir, coma sempre seguir.
Segue chovendo...
e dame medo que esas pingueiras que escorregan só sexan o reflexo das bágoas que embeben estas verbas.

Quero voltarme, velas; aínda sendo un reflexo, quero velas, palpalas, sentilas..e esvarar con elas pola súa mesma aparencia. Percorrer na súa compaña o teu rostro, recoñecerte, poder atenguerte...aínda co risco de que te esvaezas.

Pecho os meus ollos pretendendo ocultar os teus. Con todo, segues o teu camiño cara o abismo do metálico, do caótico. Somérxome no pequeno océano vertical da habitación e chego ó val do teu nariz.

Acurrúcome e lembro que existen lares de paz nos que os brazos deixan de selo para converterse en ás. Exténdoas e os teus ollos, antes soterrados, saláianme entrecurtados. Pescudo a súa presencia e sei que non sorrín. Descendo da cunca do teu iris esquerdo, pertúrbame o dereito. Quero agarrarme á saba do teu ollar, sobrevivir aí por sempre, arroupada, oculta...pero esvaro.

Atérrame a idea de esnaquizarme en máis pedazos dos que xa son puzzle. De súpeto, sorrís, engaiolándome nas túas noites en vela e redimíndome do inevitable, perdéndome nas túas sombras.

Crinme perdida no oasis da túa soedade e tiven medo de esquecerte para sempre. Tentei fuxir pero foron as ráfegas dos teus saloucos os que me depositaron no umbral das túas vontades. Foi entón cando comprendín o medo que senten as túas verbas ó seren aloumiñadas pola seda da túa maquinaria.

Lene movemento para tan estremecedoras consecuencias...Susurráchesme o eco dos teus silencios i enloquecín. Tanto como para venderme ó alento dos teus desexos. E de súpeto espertei sostida sobre as cordas do teu propio monicreque. Articuláchesme ó teu antollo e non me amolou; é máis, crino. Tentaches acariciarme, pero foi entón cando me deixaches escapar estremecido polo centileo dunha ferida.

E precipiteime no abismo dos mares máis despiadados, naqueles que por insondables están anegados polos lindes do imposible.

Soñei que surcabas a miña memoria na busca do teu recordo. Soñei que te afogabas no meu.

Chovía, chove...segue chovendo...mais agora son as túas bágoas as que surcan as paisaxes da miña faciana.

Esperto.
¿Soño?
Esperta.
Estabas.
Estou.
Estaba.

miércoles, 8 de agosto de 2007

CUENTO DE VERANO (14)

Hacía calor, posiblemente era verano. No, no lo recuerdo señor inspector. Le juro que ni siquiera recuerdo a qué hora mis pies dejaron de ser míos. Por más que lo intento, señor, no logro recordar a qué hora exacta mis pisadas empezaron a avanzar ante mis pasos..................... (Aloia)

Estaba absorto dentro de mi cabeza. Todo se había borrado de mi conciencia. Señor, le pido que no me ataque tan cobardemente y con tanta saña, hago lo que puedo para intentar resetear mi cerebro aletargado. No se porqué pone esa cara tan larga, como de desprecio. Soy buena persona, no creo que haya hecho nada malo, ¿verdad? Si es así, seguro que no fue culpa mia, fue la humedad que habita en mi alma....... (Hôichi)

Pero qué hablas chalado, que las pisadas avanzan ante los pasos y que tienes húmeda el alma, no será que TUS pasos humedos avanzan SOBRE mi alma pisada. Que me tienes atrapada, puerca apariencia, que tu aliento de vaho me repele cada día con más fuerza, que tus desvaríos me aburren, aquí no hay inspector ni nadie te está mirando, sólo estamos yo y tu yo. (raull)

Tu Yo y Yo en el calor insoportable de este largo y pastoso verano.
-¿Estás ahí,? Ok. Tengo la tele puesta y el ventilador entre las piernas.Dime, ¿qué haces?
-Abría ahora mismo una lata de cerveza...y me he cortado, me cae un hilo de sangre entre los dedos al que le pego ...hmmm...slapsss... un lengüetazo... vaya, acabo de decorar nuestra foto en Arlés con tres manchas rojas.
-Habrán quedado bien al menos, píntame la falda, que era blanca.
-Te acabas de teñir el pelo, un muslo, y haces juego con el suelo.
-Siempre recuerdo esa tierra roja...y los girasoles como grandes orejas..." (Pilar)

Creo que voy a follarte ahora mismo. Sabes que siempre me ha puesto a cien tu pelo enmarañado y el olor a sangre fresca. No te limpies, no mancilles ese plasma tan puro con tu pulcra mirada.Este no era nuestro juego, pero siempre consigues conquistarme con tu perversa e inocente palabra.
Se desposeyeron de todas sus ataduras, yacieron en el humeante y rasposo suelo, donde consumieron su sed de cuerpo lascivo. Él siempre supo que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todas las paranoias que sus mentes inventaban para no convertirse en unos vegetales vírgenes de vitalidad inmunda. A continuación sobrevino el gemido, tan abrupto y violento como un rugido. Lo siguiente que acaeció, devino oscuridad inducida por el dolor placentero. (Hôichi)

Continuaba en el suelo imantada más que tendida. La tierra tiraba de ella en una postura que milagrosamente había pasado a ser cómoda. Qué acrobacia es el sexo, habían comentado alguna vez en esas tardes largas de verano en el apartamento de Arlés. En el sexo todo es cómodo, sí, aunque no creas, a veces me pegan unos tirones, decía él mientras con una mano se señala la bragueta. Reían. Un timbre intermitente de debajo del sillón la fue trayendo a la vida, a la otra, a la de la distancia en la que vivían desde la decisión ¿era necesaria? comentaban cada tarde cuando hablaban.
Ah, el inalámbrico, se ha quedado descolgado, una sonrisa acompañó a la mano que se extendía con languidez por debajo de las patas del sillón a la altura de sus narices… ya me extrañaba, y le dio a repetir llamada. Sonó un rato. Lo imaginaba como tantas veces lo había visto, desprovisto de alma y de materia, en el limbo de los líquidos que esta vez venían acompañados de sangre, su herida, sí, la foto, ah sí la falda, la tierra, los pantalones, quítate…
En el silencio al otro lado habían descolgado...
-...hinnn, no me quieres ya, ya no me llamas después de hacer el amor. ¿Me oyes? ¿despiertas? ey, sigo aquí, no me digas que andas tirado todavía, porque… ...yo también…
-Sí, se oyó con una sequedad más que de boca.
-Pues si estás ahí, querido, dime de nuevo, dímelo, no es verdad que aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla, una isla de entre los fantasmas, como siempre pensamos, dime ¿aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla? (Pilar)

Pulso pausa. Paso a plano general. Reenfoco la escena: salón-comedor, sofá tela raída, televisión silenciada, el culebrón de turno, portezuelas de las ventanas-balcón semicerradas, con persiana de esterilla echada para evitar entre el sol en Julio Corriente. Centro la escena, mi cuerpo. Tendido en el suelo, restos de semen en las baldosas respiran mi sudor y la mala conciencia ha dejado una mancha en una de las losetas de barro que no va a haber manera de sacar… Me incorporo, pero antes de colocarme las lentillas de ser culturado en judeo-cristianismo me coloco debajo el ventilador… qué fresquito en los cojones. ¡Ya! Me calzo la falda… ¿o eran los pantalones? (raull)

Debían ser mis pasos y debía ser verano señor inspector,sí, esa mancha, la loseta ensangrentada, la falda blanca que hacía unos instantes besaba y abrazaba, mojaba entre sudor y semen, esa que escondía entre los muslos unos momentos antes, colgaba del televisor como antesala para el gran espectáculo de mirarla de nuevo, ajena, insinuante, lánguida....

...tengo sed, necesito algo de beber...un cigarrillo...

...entró de golpe una bocanada de viento como si una nube de tormenta hubiese tomado aquel lugar de improviso, y miré hacia atrás asustado, a ciegas tanteé intentando recoger los pantalones, algo me decía que en cualquier momento tendría que salir corriendo. De refilón, otra vez ella y la insinuación. Esa imagen. Casi a la vez, sin darme cuenta... ¿fue antes o después? ...no sé, señor inspector, entonces oí aquellas palabras muy cerca de mi oído. (Pilar)

Sí, eso es cierto, una bocanada de viento, de repente, partió la sala en dos. A un lado los gritos; al otro el silencio. Aquel inspector, antes seguro en sus formas, incrédulo ante lo evidente, sintió cómo el silencio se apoderaba de su conciencia. Sólo la vista parecía respoderle porque allí seguía él bajándose los pantalones una y otra vez. Intuía que gritaba suplicando comprensión porque sus labios parecían deformarse al tiempo que se arrancaba mechones de pelo...Pero no escuchaba, no escuchaba, no escuchaba...Le dio la espalda, no quiso verlo. Quiso alejarse en su presencia y despertar así de aquella pesadilla. Apoyó las manos en la pared y tomó aire; profundamente. Una y otra vez profundamente. Y entre bocanada y bocanada, a lo lejos, muy a lo lejos pareció intuir un sonido. Se incorporó friamente, sin perder la calma y cerró los ojos porque le pareció la mejor manera de no entorpecer al resto de sentidos. Sí, escuchó. Un susurro, era un susurro femenino. Lo escuchó. Repetía: "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla"......Hipnotizado, se giró en busca de aquellas palabras. Sólo encontró unos pantalones ensangrentados. Ni rastro del hombre, ni de aquella otra voz. Sólo aquellos pantalones.(Aloia)

Se rascó la cabeza y se mesó la barba. Cerró los ojos para comprobar si todo había sido un sueño, una ilusión alucinada o una broma de mal gusto. Nada de eso, volvió a dirigir su mirada hacia la esquina de la discordia. Y allí seguían esos pantalones de pana ensangrentados.Pensó que quizá el miedo y su hijo ciego habían vuelto a casa. Sombras y sombras de duda vendida asomaban por sus pobladas cejas. Escalofríos sacudieron su adormecido ser. Es posible que aquel hombre desvanecido fuera aquello que más temía y que antaño fue su razón de ser. (Hôichi)

A 500 km de distancia de aquella esquina una mujer lloraba en su cocina. Una mesa, una silla incómoda, kilos de ceniza y un tazón de café. Ella apoyaba su cabeza sobre uno de sus brazos extendidos sobre la mesa, con el otro se acariciaba el pelo. Bajo el brazo, una carta."...Por más que piso estas calles, no llego. Hay veces que lo hago creyendo que me dirijo a algún lugar. Otras convenciéndome de que es bueno hacerlo sin destino. Todas, sin saber qué hago, si es que algo me mueve. Si es que escapo, no sé de qué. Si voy, no sé a dónde. Y por más que busco no encuentro más que nuevos huecos en los que perderme. Poco a poco, sin hacer a penas ruido, mis días se han rodeado de silencio y en todo espacio me conformo con el abrigo de mi sombra. Una puerta de cerradura solitaria y de la llave original pocas copias. Jornadas de puertas abiertas, muchas menos. Punto a punto sin perder el ritmo y en lo único constante que adorna mi rutina esa cerradura se hace malla, tan pefectamente diseñada que presiento llegará el día en que ni siquiera yo pueda traspasarla.Para qué servirá tanta perfección, para qué tanto esfuerzo. Ni siquiera allí aguantaré, allí donde a pulso cavo mi sitio...de allí también querré escapar. Y posiblemente sea tarde, mucho, para admitir que sí conocía el camino al tiempo que compruebe que ese camino ya no existe...." (Aloia)

El inspector encendió pausadamente un cigarrillo, aspiró profundamente con los ojos cerrados y exhaló muy despacio el humo. Al abrir los ojos se encontró de frente con la mirada reprobadora del subinspector.—No me jodas, Martínez, la ley antitabaco me la suda. Éste es mi despacho y si no te gusta que fume, te vas a la puta calle mientras lo hago.Todos los días tengo que vérmelas con una caterva de tipos espeluznantes que no dudarían en cargarse a su propia madre,que menos que un cigarrito que me ayude a relajarme y pensar...Yo esa ley me la paso por el forro de los cojones.—Ya, inspector, como todo, lo que me jode es que el humo también me lo trago yo. Tú mátate como quieras, no es asunto mío— respondió Martínez.— Tú y tus fundamentalismos sanitarios. ¿Conoces a alguien que por no fumar no se haya muerto? No seas gilipollas, Martínez.— Bueno, ¿qué piensas del tipo éste? No está loco, estoy seguro. Pero el que va a terminar loco soy yo.— Aún no ha llegado el informe del psicólogo— Joder, el informe me lo paso yo...— Sí, por el mismísimo forro de los cojones, ya lo sé— interrumpió Martínez cansado de oír siempre la misma coletilla.El asunto pintaba mal. Lo único que tenían era los aparentes desvaríos de un supuesto esquizofrénico o lo que quiera que fuese, y una sola realidad tangible: un pantalón de pana ensangrentado.¿Por dónde coger aquello?
Y ahora estoy aquí, en medio, inevitablemente inmóvil, paralizado por el pánico y la indecisión. Tras de mí, un inspector que sabe tal vez más que yo mismo, y unos pantalones de pana ensangrentados que se erigen como una acusación que no entiendo y que me obligan a huir. Ante mis ojos, una vereda que se bifurca en dos caminos, uno de ellos recto y angosto, ancho y sinuoso el otro; me aterran las angosturas, me falta el aire y mi cerebro se vuelve evanescente en un intento de huida no materializado; no me gustan las sendas que no sé a dónde conducen, me altera no ver retazos del camino que he de recorrer, y pierdo los nervios hasta el más absoluto descontrol. ¿Por dónde he de seguir? La única persona que podría ayudarme no está aquí, la única persona que podría descifrarme está a quinientos kilómetros de esta encrucijada, ¿qué hacer entonces? Debo decidir y me lo impide el pánico. (Raquel)

No me pregunte cómo vi la escena, yo tampoco sé cómo ve usted, nunca podré saberlo, pero no me empeño en imaginarlo, soy ciego de nacimiento y sería difícil por no decir imposible que le explicara desde mi particular constelación que yo, señor inspector, veo, de otro modo pero tengo la facultad que ustedes los videntes llaman ver. Había quedado con mi padre esa tarde a primera hora. Me dijo que era importante, que tenía que hablar conmigo de un asunto relacionado con mamá. Cuando me llamó estaba agitado, muy inquieto, me preocupó, pero no era la primera vez que lo encontraba así, tiene recaídas de su enfermedad continuamente, bipolar, maníaco depresivo, brotes esquizoides, soledad, angustia, qué sé yo, qué saben los médicos que llevan adormeciéndolo toda la vida y nadie se aclara. La ciencia, el gran misterio de la razón, el carnaval de la individualidad. También llamé a mi madre, en el móvil pueden constatarlo, pero no conseguí que cogiera el teléfono, quería alguna pista, ayuda, pero no, no contestó, lo suele hacer, no es extraño. Sobre las cuatro me dirigí hacia allí, un día de calor insoportable, ni un alma en la calle, me dijo el taxista, a los ciegos nos lo dicen todo por si acaso no sabemos nada, sobrepasábamos los cuarenta seguro, y se olía a gotas de arena, aseguraría que durante el trayecto cayeron gotarrones de tierra, hacía mucho calor, sí. Llamé a la puerta un par de veces, pero nadie abría, así que saqué mis propias llaves y entré... y "vi", vi que mi padre no estaba solo, vi que había sangre, vi que la pantalla estaba encendida, me quedé unos instantes quieto tanteando con el bastón lo inmediato, había botellas en el suelo, ropas, y algo punzante, un cuchillo según he sabido después, pero en ese momento quería "ver" más antes de preguntarme nada, susurré papá, papá, un movimiento a mi alrededor me hizo pensar en una broma, vamos, no me hagas esto, viejo, déjate de chorradas, no estamos jugando a los ciegos como cuando era pequeño, venga...no... giré, todo era demasiado confuso, el movimiento no venía del mismo lugar que la sangre, no, era otra cosa, papá, papá, grité entonces, olor a sudor a mi lado, me cayeron gotas de un pelo largo agitado, un hombre de pelo largo, estoy seguro, ese sudor era de hombre, alguien me bordeaba volátil, tuve pánico, me quedé paralizado, y entonces oí con voz agonizante, Alberto, no, no lo dejes salir, y se oyó un portazo. (Pilar)

jueves, 26 de julio de 2007

La fragancia de mis rosas

He vuelto a retomar la poesía. Ésta es reciente, la saqué ayer mismo del horno, aún está calentita, :)



viernes, 20 de julio de 2007

Verbas galegas para Raull, Hôichi, Pilar e Raquel.

Non pretendo máis que mostrarvos algo da miña terra. Cada un síntese parte da súa, máis alá de fundamentalismos inútis e aillantes, de nacionalismos...cada un sinte a súa, entende a súa e síntese parte das de todos.

Temos os galegos sona de desconfiados e fríos; non creo que fríos, somos lentos, só iso. Desconfiados tampouco, simplemente somos un pobo acostumado a que nos quiten, a aceptalo, a loitar pouco...por medo. Xa dicían os celtas que era difícil ser amigo dun galego, por seres un proceso lento, pero que isa amizade era eterna.

Dame moita vergoña mostrarvos o que teño escrito en galego (fareino nun futuro) por iso hoxe dedícovos estas fermosas verbas de todo un símbolo da nosa literatura, da gran e feble Rosalía, acompañada de Lúar na Lubre.


(é certo, chove en Santiago....cidade na que a chuvia é arte e o sol poesía....estades todos convidados)






Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pe dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas;
si choran, es ti que choras;
i es o marmurio do río,
i es a noite, i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.

Rosalía de Castro.

martes, 17 de julio de 2007

DESDE LA ISLA DE TAVIRA, BESOS


CIELO
Se me ha quedado el cielo
en la tierra, con todo lo aprendido,
cantando, allí.
Por el mar este
he salido a otro cielo, más vacío
e ilimitado como el mar, con otro
nombre que todavía
no es mío como es suyo...
Igual que, cuando
adolescente, entré una tarde
a otras estancias de la casa mía
-tan mía como el mundo-
y dejé, allá junto al jardín azul y blanco,
mi cuarto de juguetes, solo
como yo, y triste...
J.R.J.

viernes, 13 de julio de 2007

Ángel Valente - Luz



(Para ver el vídeo en imeem pulsa aquí)



***


Leyendo Es hora de embriagarse (con poesía), me he enterado que han hecho un documental sobre Ángel Valente que han titulado El lugar del poeta. Sus poemas son breves, desnudos y directos... no pueden no gustarte. Así que fui a la página web del documental y encontré que podías descargarte algunos de los poemas, leidos por José Sacristán (cuya voz no me ha resultado adecuada... seguramente porque dichos versos los tenía en mi cabeza sin voz o, como mucho, con mi voz interior).
Dados mis muy escasos conocimientos literarios, tanto en verso o prosa, aceptaría de buen grado recomendaciones de vez en cuando... hace años que no leo más que de política, historia, economía y sociedad.
Pues espero que os guste el poema; entro así por la puerta que Raquel ha dejado abierta.


Un abrazo,
raull.


P.D. Para leer más poemas de Ángel Valente pulsa aquí.

jueves, 12 de julio de 2007

Yo lo sabía




Mi pequeño homenaje al cine negro. Fechado en 1990.

sábado, 7 de julio de 2007

Cuento de verano 13 parte

Hacía calor, posiblemente era verano. No, no lo recuerdo señor inspector. Le juro que ni siquiera recuerdo a qué hora mis pies dejaron de ser míos. Por más que lo intento, señor, no logro recordar a qué hora exacta mis pisadas empezaron a avanzar ante mis pasos..................... (Aloia)

Estaba absorto dentro de mi cabeza. Todo se había borrado de mi conciencia. Señor, le pido que no me ataque tan cobardemente y con tanta saña, hago lo que puedo para intentar resetear mi cerebro aletargado. No se porqué pone esa cara tan larga, como de desprecio. Soy buena persona, no creo que haya hecho nada malo, ¿verdad? Si es así, seguro que no fue culpa mia, fue la humedad que habita en mi alma....... (Hôichi)

Pero qué hablas chalado, que las pisadas avanzan ante los pasos y que tienes húmeda el alma, no será que TUS pasos humedos avanzan SOBRE mi alma pisada. Que me tienes atrapada, puerca apariencia, que tu aliento de vaho me repele cada día con más fuerza, que tus desvaríos me aburren, aquí no hay inspector ni nadie te está mirando, sólo estamos yo y tu yo. (raull)

-Tu yo y Yo en el calor insoportable de este largo y pastoso verano. ¿Estás ahí,? Ok. Tengo la tele puesta y el ventilador entre las piernas.
Dime, ¿qué haces?
-Abría ahora mismo una lata de cerveza...y me he cortado, me cae un hilo de sangre entre los dedos al que le pego ...hmmm...slapsss... un lengüetazo... vaya, acabo de decorar nuestra foto en Arlés con tres manchas rojas.
-Habrán quedado bien al menos, píntame la falda, que era blanca.
-Te acabas de teñir el pelo, un muslo, y haces juego con el suelo.
-Siempre recuerdo esa tierra roja, la verdad...y los girasoles como orejas..." (Pilar)

Creo que voy a follarte ahora mismo. Sabes que siempre me ha puesto a cien tu pelo enmarañado y el olor a sangre fresca. No te limpies, no mancilles ese plasma tan puro con tu pulcra mirada.
Este no era nuestro juego, pero siempre consigues conquistarme con tu perversa e inocente palabra. Se desposeyeron de todas sus ataduras, yacieron en el humeante y rasposo suelo, donde consumieron su sed de cuerpo lascivo. Él siempre supo que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todas las paranoias que sus mentes inventaban para no convertirse en unos vegetales vírgenes de vitalidad inmunda. A continuación sobrevino el gemido, tan abrupto y violento como un rugido. Lo siguiente que acaeció, devino oscuridad inducida por el dolor placentero. (Hôichi)



Continuaba en el suelo imantada más que tendida. La tierra tiraba de ella en una postura que milagrosamente había pasado a ser cómoda. Qué acrobacia es el sexo, habían comentado alguna vez en esas tardes largas de verano en el apartamento de Arlés. En el sexo todo es cómodo, sí, aunque no creas, a veces me pegan unos tirones, decía él mientras con una mano se señala la bragueta. Reían, eran tiempos de risa. Un ruido intermitente de debajo del sillón la fue trayendo a la vida, a la otra, la de la distancia en la que vivían desde la decisión ¿era necesaria? comentaban cada tarde cuando hablaban. Ah, el inalámbrico, se ha quedado descolgado, una sonrisa acompañó a la mano que se extendía con languidez por debajo de las patas a la altura de sus narices… ya me extrañaba, y le dio a repetir llamada. Sonó un rato. Lo imaginaba como tantas veces lo había visto, desprovisto del alma y de materia, en el limbo de los líquidos que esta vez venían acompañados de sangre, su herida, sí, la foto, ah sí la falda, la tierra, los pantalones, quítate… En el silencio al otro lado habían descolgado...hinnn, no me quieres ya, ya no me llamas después de hacer el amor. ¿Me oyes? ¿despiertas? ey, sigo aquí, no me digas que andas tirado todavía, porque… yo también… Sí, se oyó con una sequedad más que de boca. Pues si estás ahí, querido, dime de nuevo, dímelo, no es verdad que aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla, una isla de entre los fantasmas, como siempre pensamos, dime ¿aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla? (Pilar)

Pulso pausa. Paso a plano general. Reenfoco la escena: salón-comedor, sofá tela raída, televisión silenciada l culebrón de turno, portezuelas de las ventanas-balcón semicerradas, con persiana de esterilla echada para evitar entre el sol en Julio Corriente. Centro la escena, mi cuerpo. Tendido en el suelo, restos de semen en las baldosas respiran mi sudor y la mala conciencia ha dejado una mancha en una de las losetas de barro que no va a haber manera de sacar… Me incorporo, pero antes de colocarme las lentillas de ser culturado en judeo-cristianismo me coloco debajo el ventilador… qué fresquito en los cojones. ¡Ya! Me calzo la falda… ¿o eran los pantalones? (raull)

Debían ser mis pasos y debía ser verano señor inspector,sí, esa mancha, la loseta ensangrentada, la falda blanca que hacía unos instantes besaba y abrazaba, mojaba entre sudor y semen, esa que escondía entre los muslos unos momentos antes, colgaba del televisor como antesala para el gran espectáculo de mirarla de nuevo, ajena, insinuante, lánguida.

...tengo sed, necesito algo de beber...un cigarrillo...

Entró de golpe una bocanada de viento como si una nube de tormenta hubiese tomado aquel lugar de improviso, y miré hacia atrás asustado, a ciegas tanteé intentando recoger los pantalones, algo me decía que en cualquier momento tendría que salir corriendo. De refilón, otra vez ella y la insinuación. Esa imagen. Casi a la vez, sin darme cuenta... ¿fue antes o después? ...no sé, señor inspector, entonces oí aquellas palabras muy cerca de mi oído. (Pilar)


Sí, eso es cierto, una bocanada de viento, de repente, partió la sala en dos. A un lado los gritos; al otro el silencio. Aquel inspector, antes seguro en sus formas, incrédulo ante lo evidente, sintió cómo el silencio se apoderaba de su conciencia. Sólo la vista parecía respoderle porque allí seguía él bajándose los pantalones una y otra vez. Intuía que gritaba suplicando comprensión porque sus labios parecían deformarse al tiempo que se arrancaba mechones de pelo...Pero no escuchaba, no escuchaba, no escuchaba...

Le dio la espalda, no quiso verlo. Quiso alejarse en su presencia y despertar así de aquella pesadilla. Apoyó las manos en la pared y tomó aire; profundamente. Una y otra vez profundamente. Y entre bocanada y bocanada, a lo lejos, muy a lo lejos pareció intuir un sonido. Se incorporó friamente, sin perder la calma y cerró los ojos porque le pareció la mejor manera de no entorpecer al resto de sentidos.

Sí, escuchó. Un susurro, era un susurro femenino. Lo escuchó. Repetía: "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla"......

Hipnotizado, se giró en busca de aquellas palabras. Sólo encontró unos pantalones ensangrentados. Ni rastro del hombre, ni de aquella otra voz. Sólo aquellos pantalones.(Aloia)



Se rascó la cabeza y se mesó la barba. Cerró los ojos para comprobar si todo había sido un sueño, una ilusión alucinada o una broma de mal gusto. Nada de eso, volvió a dirigir su mirada hacia la esquina de la discordia. Y allí seguían esos pantalones de pana ensangrentados.
Pensó que quizá el miedo y su hijo ciego habían vuelto a casa.
Sombras y sombras de duda vendida asomaban por sus pobladas cejas. Escalofríos sacudieron su adormecido ser. Es posible que aquel hombre desvanecido fuera aquello que más temía y que antaño fue su razón de ser. (Hôichi)




A 500 km de distancia de aquella esquina una mujer lloraba en su cocina. Una mesa, una silla incómoda, kilos de ceniza y un tazón de café. Ella apoyaba su cabeza sobre uno de sus brazos extendidos sobre la mesa, con el otro se acariciaba el pelo. Bajo el brazo, una carta.

"...Por más que piso estas calles, no llego. Hay veces que lo hago creyendo que me dirijo a algún lugar. Otras convenciéndome de que es bueno hacerlo sin destino. Todas, sin saber qué hago, si es que algo me mueve. Si es que escapo, no sé de qué. Si voy, no sé a dónde. Y por más que busco no encuentro más que nuevos huecos en los que perderme.

Poco a poco, sin hacer a penas ruido, mis días se han rodeado de silencio y en todo espacio me conformo con el abrigo de mi sombra. Una puerta de cerradura solitaria y de la llave original pocas copias. Jornadas de puertas abiertas, muchas menos. Punto a punto sin perder el ritmo y en lo único constante que adorna mi rutina esa cerradura se hace malla, tan pefectamente diseñada que presiento llegará el día en que ni siquiera yo pueda traspasarla.

Para qué servirá tanta perfección, para qué tanto esfuerzo. Ni siquiera allí aguantaré, allí donde a pulso cavo mi sitio...de allí también querré escapar. Y posiblemente sea tarde, mucho, para admitir que sí conocía el camino al tiempo que compruebe que ese camino ya no existe...." (Aloia)


El inspector encendió pausadamente un cigarrillo, aspiró profundamente con los ojos cerrados y exhaló muy despacio el humo. Al abrir los ojos se encontró de frente con la mirada reprobadora del subinspector.
—No me jodas, Martínez, la ley antitabaco me la suda. Éste es mi despacho y si no te gusta que fume, te vas a la puta calle mientras lo hago.
Todos los días tengo que vérmelas con una caterva de tipos espeluznantes que no dudarían en cargarse a su propia madre,que menos que un cigarrito que me ayude a relajarme y pensar...
Yo esa ley me la paso por el forro de los cojones.
—Ya, inspector, como todo, lo que me jode es que el humo también me lo trago yo. Tú mátate como quieras, no es asunto mío— respondió Martínez.
— Tú y tus fundamentalismos sanitarios. ¿Conoces a alguien que por no fumar no se haya muerto? No seas gilipollas, Martínez.
— Bueno, ¿qué piensas del tipo éste? No está loco, estoy seguro. Pero el que va a terminar loco soy yo.
— Aún no ha llegado el informe del psicólogo
— Joder, el informe me lo paso yo...
— Sí, por el mismísimo forro de los cojones, ya lo sé— interrumpió Martínez cansado de oír siempre la misma coletilla.
El asunto pintaba mal. Lo único que tenían era los aparentes desvaríos de un supuesto esquizofrénico o lo que quiera que fuese, y una sola realidad tangible: un pantalón de pana ensangrentado.
¿Por dónde coger aquello?


Y ahora estoy aquí, en medio, inevitablemente inmóvil, paralizado por el pánico y la indecisión. Tras de mí, un inspector que sabe tal vez más que yo mismo, y unos pantalones de pana ensangrentados que se erigen como una acusación que no entiendo y que me obligan a huir. Ante mis ojos, una vereda que se bifurca en dos caminos, uno de ellos recto y angosto, ancho y sinuoso el otro; me aterran las angosturas, me falta el aire y mi cerebro se vuelve evanescente en un intento de huida no materializado; no me gustan las sendas que no sé a dónde conducen, me altera no ver retazos del camino que he de recorrer, y pierdo los nervios hasta el más absoluto descontrol.
¿Por dónde he de seguir? La única persona que podría ayudarme no está aquí, la única persona que podría descifrarme está a quinientos kilómetros de esta encrucijada, ¿qué hacer entonces? Debo decidir y me lo impide el pánico.

lunes, 2 de julio de 2007

Ya no sé

Poema fechado el 16 de febrero de 1987. Montaje realizado el 2 de julio de 2007. Veinte años no es nada.

Para mis amigos de Asonancia.

miércoles, 27 de junio de 2007

Cuento de verano 12ª parte.

Hacía calor, posiblemente era verano. No, no lo recuerdo señor inspector. Le juro que ni siquiera recuerdo a qué hora mis pies dejaron de ser míos. Por más que lo intento, señor, no logro recordar a qué hora exacta mis pisadas empezaron a avanzar ante mis pasos..................... (Aloia)

Estaba absorto dentro de mi cabeza. Todo se había borrado de mi conciencia. Señor, le pido que no me ataque tan cobardemente y con tanta saña, hago lo que puedo para intentar resetear mi cerebro aletargado. No se porqué pone esa cara tan larga, como de desprecio. Soy buena persona, no creo que haya hecho nada malo, ¿verdad? Si es así, seguro que no fue culpa mia, fue la humedad que habita en mi alma....... (Hôichi)

Pero qué hablas chalado, que las pisadas avanzan ante los pasos y que tienes húmeda el alma, no será que TUS pasos humedos avanzan SOBRE mi alma pisada. Que me tienes atrapada, puerca apariencia, que tu aliento de vaho me repele cada día con más fuerza, que tus desvaríos me aburren, aquí no hay inspector ni nadie te está mirando, sólo estamos yo y tu yo. (raull)

-Tu yo y Yo en el calor insoportable de este largo y pastoso verano. ¿Estás ahí,? Ok. Tengo la tele puesta y el ventilador entre las piernas.
Dime, ¿qué haces?
-Abría ahora mismo una lata de cerveza...y me he cortado, me cae un hilo de sangre entre los dedos al que le pego ...hmmm...slapsss... un lengüetazo... vaya, acabo de decorar nuestra foto en Arlés con tres manchas rojas.
-Habrán quedado bien al menos, píntame la falda, que era blanca.
-Te acabas de teñir el pelo, un muslo, y haces juego con el suelo.
-Siempre recuerdo esa tierra roja, la verdad...y los girasoles como orejas..." (Pilar)

Creo que voy a follarte ahora mismo. Sabes que siempre me ha puesto a cien tu pelo enmarañado y el olor a sangre fresca. No te limpies, no mancilles ese plasma tan puro con tu pulcra mirada.
Este no era nuestro juego, pero siempre consigues conquistarme con tu perversa e inocente palabra. Se desposeyeron de todas sus ataduras, yacieron en el humeante y rasposo suelo, donde consumieron su sed de cuerpo lascivo. Él siempre supo que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todas las paranoias que sus mentes inventaban para no convertirse en unos vegetales vírgenes de vitalidad inmunda. A continuación sobrevino el gemido, tan abrupto y violento como un rugido. Lo siguiente que acaeció, devino oscuridad inducida por el dolor placentero. (Hôichi)



Continuaba en el suelo imantada más que tendida. La tierra tiraba de ella en una postura que milagrosamente había pasado a ser cómoda. Qué acrobacia es el sexo, habían comentado alguna vez en esas tardes largas de verano en el apartamento de Arlés. En el sexo todo es cómodo, sí, aunque no creas, a veces me pegan unos tirones, decía él mientras con una mano se señala la bragueta. Reían, eran tiempos de risa. Un ruido intermitente de debajo del sillón la fue trayendo a la vida, a la otra, la de la distancia en la que vivían desde la decisión ¿era necesaria? comentaban cada tarde cuando hablaban. Ah, el inalámbrico, se ha quedado descolgado, una sonrisa acompañó a la mano que se extendía con languidez por debajo de las patas a la altura de sus narices… ya me extrañaba, y le dio a repetir llamada. Sonó un rato. Lo imaginaba como tantas veces lo había visto, desprovisto del alma y de materia, en el limbo de los líquidos que esta vez venían acompañados de sangre, su herida, sí, la foto, ah sí la falda, la tierra, los pantalones, quítate… En el silencio al otro lado habían descolgado...hinnn, no me quieres ya, ya no me llamas después de hacer el amor. ¿Me oyes? ¿despiertas? ey, sigo aquí, no me digas que andas tirado todavía, porque… yo también… Sí, se oyó con una sequedad más que de boca. Pues si estás ahí, querido, dime de nuevo, dímelo, no es verdad que aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla, una isla de entre los fantasmas, como siempre pensamos, dime ¿aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla? (Pilar)

Pulso pausa. Paso a plano general. Reenfoco la escena: salón-comedor, sofá tela raída, televisión silenciada l culebrón de turno, portezuelas de las ventanas-balcón semicerradas, con persiana de esterilla echada para evitar entre el sol en Julio Corriente. Centro la escena, mi cuerpo. Tendido en el suelo, restos de semen en las baldosas respiran mi sudor y la mala conciencia ha dejado una mancha en una de las losetas de barro que no va a haber manera de sacar… Me incorporo, pero antes de colocarme las lentillas de ser culturado en judeo-cristianismo me coloco debajo el ventilador… qué fresquito en los cojones. ¡Ya! Me calzo la falda… ¿o eran los pantalones? (raull)

Debían ser mis pasos y debía ser verano señor inspector,sí, esa mancha, la loseta ensangrentada, la falda blanca que hacía unos instantes besaba y abrazaba, mojaba entre sudor y semen, esa que escondía entre los muslos unos momentos antes, colgaba del televisor como antesala para el gran espectáculo de mirarla de nuevo, ajena, insinuante, lánguida.

...tengo sed, necesito algo de beber...un cigarrillo...

Entró de golpe una bocanada de viento como si una nube de tormenta hubiese tomado aquel lugar de improviso, y miré hacia atrás asustado, a ciegas tanteé intentando recoger los pantalones, algo me decía que en cualquier momento tendría que salir corriendo. De refilón, otra vez ella y la insinuación. Esa imagen. Casi a la vez, sin darme cuenta... ¿fue antes o después? ...no sé, señor inspector, entonces oí aquellas palabras muy cerca de mi oído. (Pilar)


Sí, eso es cierto, una bocanada de viento, de repente, partió la sala en dos. A un lado los gritos; al otro el silencio. Aquel inspector, antes seguro en sus formas, incrédulo ante lo evidente, sintió cómo el silencio se apoderaba de su conciencia. Sólo la vista parecía respoderle porque allí seguía él bajándose los pantalones una y otra vez. Intuía que gritaba suplicando comprensión porque sus labios parecían deformarse al tiempo que se arrancaba mechones de pelo...Pero no escuchaba, no escuchaba, no escuchaba...

Le dio la espalda, no quiso verlo. Quiso alejarse en su presencia y despertar así de aquella pesadilla. Apoyó las manos en la pared y tomó aire; profundamente. Una y otra vez profundamente. Y entre bocanada y bocanada, a lo lejos, muy a lo lejos pareció intuir un sonido. Se incorporó friamente, sin perder la calma y cerró los ojos porque le pareció la mejor manera de no entorpecer al resto de sentidos.

Sí, escuchó. Un susurro, era un susurro femenino. Lo escuchó. Repetía: "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla"......

Hipnotizado, se giró en busca de aquellas palabras. Sólo encontró unos pantalones ensangrentados. Ni rastro del hombre, ni de aquella otra voz. Sólo aquellos pantalones.(Aloia)



Se rascó la cabeza y se mesó la barba. Cerró los ojos para comprobar si todo había sido un sueño, una ilusión alucinada o una broma de mal gusto. Nada de eso, volvió a dirigir su mirada hacia la esquina de la discordia. Y allí seguían esos pantalones de pana ensangrentados.
Pensó que quizá el miedo y su hijo ciego habían vuelto a casa.
Sombras y sombras de duda vendida asomaban por sus pobladas cejas. Escalofríos sacudieron su adormecido ser. Es posible que aquel hombre desvanecido fuera aquello que más temía y que antaño fue su razón de ser. (Hôichi)




A 500 km de distancia de aquella esquina una mujer lloraba en su cocina. Una mesa, una silla incómoda, kilos de ceniza y un tazón de café. Ella apoyaba su cabeza sobre uno de sus brazos extendidos sobre la mesa, con el otro se acariciaba el pelo. Bajo el brazo, una carta.

"...Por más que piso estas calles, no llego. Hay veces que lo hago creyendo que me dirijo a algún lugar. Otras convenciéndome de que es bueno hacerlo sin destino. Todas, sin saber qué hago, si es que algo me mueve. Si es que escapo, no sé de qué. Si voy, no sé a dónde. Y por más que busco no encuentro más que nuevos huecos en los que perderme.

Poco a poco, sin hacer a penas ruido, mis días se han rodeado de silencio y en todo espacio me conformo con el abrigo de mi sombra. Una puerta de cerradura solitaria y de la llave original pocas copias. Jornadas de puertas abiertas, muchas menos. Punto a punto sin perder el ritmo y en lo único constante que adorna mi rutina esa cerradura se hace malla, tan pefectamente diseñada que presiento llegará el día en que ni siquiera yo pueda traspasarla.

Para qué servirá tanta perfección, para qué tanto esfuerzo. Ni siquiera allí aguantaré, allí donde a pulso cavo mi sitio...de allí también querré escapar. Y posiblemente sea tarde, mucho, para admitir que sí conocía el camino al tiempo que compruebe que ese camino ya no existe...." (Aloia)


El inspector encendió pausadamente un cigarrillo, aspiró profundamente con los ojos cerrados y exhaló muy despacio el humo. Al abrir los ojos se encontró de frente con la mirada reprobadora del subinspector.
—No me jodas, Martínez, la ley antitabaco me la suda. Éste es mi despacho y si no te gusta que fume, te vas a la puta calle mientras lo hago.
Todos los días tengo que vérmelas con una caterva de tipos espeluznantes que no dudarían en cargarse a su propia madre,que menos que un cigarrito que me ayude a relajarme y pensar...
Yo esa ley me la paso por el forro de los cojones.
—Ya, inspector, como todo, lo que me jode es que el humo también me lo trago yo. Tú mátate como quieras, no es asunto mío— respondió Martínez.
— Tú y tus fundamentalismos sanitarios. ¿Conoces a alguien que por no fumar no se haya muerto? No seas gilipollas, Martínez.
— Bueno, ¿qué piensas del tipo éste? No está loco, estoy seguro. Pero el que va a terminar loco soy yo.
— Aún no ha llegado el informe del psicólogo
— Joder, el informe me lo paso yo...
— Sí, por el mismísimo forro de los cojones, ya lo sé— interrumpió Martínez cansado de oír siempre la misma coletilla.
El asunto pintaba mal. Lo único que tenían era los aparentes desvaríos de un supuesto esquizofrénico o lo que quiera que fuese, y una sola realidad tangible: un pantalón de pana ensangrentado.
¿Por dónde coger aquello?

(Raquel)

sábado, 23 de junio de 2007

Cuento de verano 11ª parte

Hacía calor, posiblemente era verano. No, no lo recuerdo señor inspector. Le juro que ni siquiera recuerdo a qué hora mis pies dejaron de ser míos. Por más que lo intento, señor, no logro recordar a qué hora exacta mis pisadas empezaron a avanzar ante mis pasos..................... (Aloia)

Estaba absorto dentro de mi cabeza. Todo se había borrado de mi conciencia. Señor, le pido que no me ataque tan cobardemente y con tanta saña, hago lo que puedo para intentar resetear mi cerebro aletargado. No se porqué pone esa cara tan larga, como de desprecio. Soy buena persona, no creo que haya hecho nada malo, ¿verdad? Si es así, seguro que no fue culpa mia, fue la humedad que habita en mi alma....... (Hôichi)

Pero qué hablas chalado, que las pisadas avanzan ante los pasos y que tienes húmeda el alma, no será que TUS pasos humedos avanzan SOBRE mi alma pisada. Que me tienes atrapada, puerca apariencia, que tu aliento de vaho me repele cada día con más fuerza, que tus desvaríos me aburren, aquí no hay inspector ni nadie te está mirando, sólo estamos yo y tu yo. (raull)

-Tu yo y Yo en el calor insoportable de este largo y pastoso verano. ¿Estás ahí,? Ok. Tengo la tele puesta y el ventilador entre las piernas.
Dime, ¿qué haces?
-Abría ahora mismo una lata de cerveza...y me he cortado, me cae un hilo de sangre entre los dedos al que le pego ...hmmm...slapsss... un lengüetazo... vaya, acabo de decorar nuestra foto en Arlés con tres manchas rojas.
-Habrán quedado bien al menos, píntame la falda, que era blanca.
-Te acabas de teñir el pelo, un muslo, y haces juego con el suelo.
-Siempre recuerdo esa tierra roja, la verdad...y los girasoles como orejas..." (Pilar)

Creo que voy a follarte ahora mismo. Sabes que siempre me ha puesto a cien tu pelo enmarañado y el olor a sangre fresca. No te limpies, no mancilles ese plasma tan puro con tu pulcra mirada.
Este no era nuestro juego, pero siempre consigues conquistarme con tu perversa e inocente palabra. Se desposeyeron de todas sus ataduras, yacieron en el humeante y rasposo suelo, donde consumieron su sed de cuerpo lascivo. Él siempre supo que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todas las paranoias que sus mentes inventaban para no convertirse en unos vegetales vírgenes de vitalidad inmunda. A continuación sobrevino el gemido, tan abrupto y violento como un rugido. Lo siguiente que acaeció, devino oscuridad inducida por el dolor placentero. (Hôichi)


Continuaba en el suelo imantada más que tendida. La tierra tiraba de ella en una postura que milagrosamente había pasado a ser cómoda. Qué acrobacia es el sexo, habían comentado alguna vez en esas tardes largas de verano en el apartamento de Arlés. En el sexo todo es cómodo, sí, aunque no creas, a veces me pegan unos tirones, decía él mientras con una mano se señala la bragueta. Reían, eran tiempos de risa. Un ruido intermitente de debajo del sillón la fue trayendo a la vida, a la otra, la de la distancia en la que vivían desde la decisión ¿era necesaria? comentaban cada tarde cuando hablaban. Ah, el inalámbrico, se ha quedado descolgado, una sonrisa acompañó a la mano que se extendía con languidez por debajo de las patas a la altura de sus narices… ya me extrañaba, y le dio a repetir llamada. Sonó un rato. Lo imaginaba como tantas veces lo había visto, desprovisto del alma y de materia, en el limbo de los líquidos que esta vez venían acompañados de sangre, su herida, sí, la foto, ah sí la falda, la tierra, los pantalones, quítate… En el silencio al otro lado habían descolgado...hinnn, no me quieres ya, ya no me llamas después de hacer el amor. ¿Me oyes? ¿despiertas? ey, sigo aquí, no me digas que andas tirado todavía, porque… yo también… Sí, se oyó con una sequedad más que de boca. Pues si estás ahí, querido, dime de nuevo, dímelo, no es verdad que aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla, una isla de entre los fantasmas, como siempre pensamos, dime ¿aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla? (Pilar)

Pulso pausa. Paso a plano general. Reenfoco la escena: salón-comedor, sofá tela raída, televisión silenciada l culebrón de turno, portezuelas de las ventanas-balcón semicerradas, con persiana de esterilla echada para evitar entre el sol en Julio Corriente. Centro la escena, mi cuerpo. Tendido en el suelo, restos de semen en las baldosas respiran mi sudor y la mala conciencia ha dejado una mancha en una de las losetas de barro que no va a haber manera de sacar… Me incorporo, pero antes de colocarme las lentillas de ser culturado en judeo-cristianismo me coloco debajo el ventilador… qué fresquito en los cojones. ¡Ya! Me calzo la falda… ¿o eran los pantalones? (raull)

Debían ser mis pasos y debía ser verano señor inspector,sí, esa mancha, la loseta ensangrentada, la falda blanca que hacía unos instantes besaba y abrazaba, mojaba entre sudor y semen, esa que escondía entre los muslos unos momentos antes, colgaba del televisor como antesala para el gran espectáculo de mirarla de nuevo, ajena, insinuante, lánguida.

...tengo sed, necesito algo de beber...un cigarrillo...

Entró de golpe una bocanada de viento como si una nube de tormenta hubiese tomado aquel lugar de improviso, y miré hacia atrás asustado, a ciegas tanteé intentando recoger los pantalones, algo me decía que en cualquier momento tendría que salir corriendo. De refilón, otra vez ella y la insinuación. Esa imagen. Casi a la vez, sin darme cuenta... ¿fue antes o después? ...no sé, señor inspector, entonces oí aquellas palabras muy cerca de mi oído. (Pilar)


Sí, eso es cierto, una bocanada de viento, de repente, partió la sala en dos. A un lado los gritos; al otro el silencio. Aquel inspector, antes seguro en sus formas, incrédulo ante lo evidente, sintió cómo el silencio se apoderaba de su conciencia. Sólo la vista parecía respoderle porque allí seguía él bajándose los pantalones una y otra vez. Intuía que gritaba suplicando comprensión porque sus labios parecían deformarse al tiempo que se arrancaba mechones de pelo...Pero no escuchaba, no escuchaba, no escuchaba...

Le dio la espalda, no quiso verlo. Quiso alejarse en su presencia y despertar así de aquella pesadilla. Apoyó las manos en la pared y tomó aire; profundamente. Una y otra vez profundamente. Y entre bocanada y bocanada, a lo lejos, muy a lo lejos pareció intuir un sonido. Se incorporó friamente, sin perder la calma y cerró los ojos porque le pareció la mejor manera de no entorpecer al resto de sentidos.

Sí, escuchó. Un susurro, era un susurro femenino. Lo escuchó. Repetía: "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla"......

Hipnotizado, se giró en busca de aquellas palabras. Sólo encontró unos pantalones ensangrentados. Ni rastro del hombre, ni de aquella otra voz. Sólo aquellos pantalones.(Aloia)



Se rascó la cabeza y se mesó la barba. Cerró los ojos para comprobar si todo había sido un sueño, una ilusión alucinada o una broma de mal gusto. Nada de eso, volvió a dirigir su mirada hacia la esquina de la discordia. Y allí seguían esos pantalones de pana ensangrentados.
Pensó que quizá el miedo y su hijo ciego habían vuelto a casa.
Sombras y sombras de duda vendida asomaban por sus pobladas cejas. Escalofríos sacudieron su adormecido ser. Es posible que aquel hombre desvanecido fuera aquello que más temía y que antaño fue su razón de ser. (Hôichi)




A 500 km de distancia de aquella esquina una mujer lloraba en su cocina. Una mesa, una silla incómoda, kilos de ceniza y un tazón de café. Ella apoyaba su cabeza sobre uno de sus brazos extendidos sobre la mesa, con el otro se acariciaba el pelo. Bajo el brazo, una carta.

"...Por más que piso estas calles, no llego. Hay veces que lo hago creyendo que me dirijo a algún lugar. Otras convenciéndome de que es bueno hacerlo sin destino. Todas, sin saber qué hago, si es que algo me mueve. Si es que escapo, no sé de qué. Si voy, no sé a dónde. Y por más que busco no encuentro más que nuevos huecos en los que perderme.

Poco a poco, sin hacer a penas ruido, mis días se han rodeado de silencio y en todo espacio me conformo con el abrigo de mi sombra. Una puerta de cerradura solitaria y de la llave original pocas copias. Jornadas de puertas abiertas, muchas menos. Punto a punto sin perder el ritmo y en lo único constante que adorna mi rutina esa cerradura se hace malla, tan pefectamente diseñada que presiento llegará el día en que ni siquiera yo pueda traspasarla.

Para qué servirá tanta perfección, para qué tanto esfuerzo. Ni siquiera allí aguantaré, allí donde a pulso cavo mi sitio...de allí también querré escapar. Y posiblemente sea tarde, mucho, para admitir que sí conocía el camino al tiempo que compruebe que ese camino ya no existe...." (Aloia)

jueves, 21 de junio de 2007

CUENTO DE VERANO (10ª parte)

Hacía calor, posiblemente era verano. No, no lo recuerdo señor inspector. Le juro que ni siquiera recuerdo a qué hora mis pies dejaron de ser míos. Por más que lo intento, señor, no logro recordar a qué hora exacta mis pisadas empezaron a avanzar ante mis pasos..................... (Aloia)

Estaba absorto dentro de mi cabeza. Todo se había borrado de mi conciencia. Señor, le pido que no me ataque tan cobardemente y con tanta saña, hago lo que puedo para intentar resetear mi cerebro aletargado. No se porqué pone esa cara tan larga, como de desprecio. Soy buena persona, no creo que haya hecho nada malo, ¿verdad? Si es así, seguro que no fue culpa mia, fue la humedad que habita en mi alma....... (Hôichi)

Pero qué hablas chalado, que las pisadas avanzan ante los pasos y que tienes húmeda el alma, no será que TUS pasos humedos avanzan SOBRE mi alma pisada. Que me tienes atrapada, puerca apariencia, que tu aliento de vaho me repele cada día con más fuerza, que tus desvaríos me aburren, aquí no hay inspector ni nadie te está mirando, sólo estamos yo y tu yo. (raull)

-Tu yo y Yo en el calor insoportable de este largo y pastoso verano. ¿Estás ahí,? Ok. Tengo la tele puesta y el ventilador entre las piernas.
Dime, ¿qué haces?
-Abría ahora mismo una lata de cerveza...y me he cortado, me cae un hilo de sangre entre los dedos al que le pego ...hmmm...slapsss... un lengüetazo... vaya, acabo de decorar nuestra foto en Arlés con tres manchas rojas.
-Habrán quedado bien al menos, píntame la falda, que era blanca.
-Te acabas de teñir el pelo, un muslo, y haces juego con el suelo.
-Siempre recuerdo esa tierra roja, la verdad...y los girasoles como orejas..." (Pilar)

Creo que voy a follarte ahora mismo. Sabes que siempre me ha puesto a cien tu pelo enmarañado y el olor a sangre fresca. No te limpies, no mancilles ese plasma tan puro con tu pulcra mirada.
Este no era nuestro juego, pero siempre consigues conquistarme con tu perversa e inocente palabra. Se desposeyeron de todas sus ataduras, yacieron en el humeante y rasposo suelo, donde consumieron su sed de cuerpo lascivo. Él siempre supo que estaban hechos el uno para el otro. A pesar de todas las paranoias que sus mentes inventaban para no convertirse en unos vegetales vírgenes de vitalidad inmunda. A continuación sobrevino el gemido, tan abrupto y violento como un rugido. Lo siguiente que acaeció, devino oscuridad inducida por el dolor placentero. (Hôichi)

Continuaba en el suelo imantada más que tendida. La tierra tiraba de ella en una postura que milagrosamente había pasado a ser cómoda. Qué acrobacia es el sexo, habían comentado alguna vez en esas tardes largas de verano en el apartamento de Arlés. En el sexo todo es cómodo, sí, aunque no creas, a veces me pegan unos tirones, decía él mientras con una mano se señala la bragueta. Reían, eran tiempos de risa. Un ruido intermitente de debajo del sillón la fue trayendo a la vida, a la otra, la de la distancia en la que vivían desde la decisión ¿era necesaria? comentaban cada tarde cuando hablaban. Ah, el inalámbrico, se ha quedado descolgado, una sonrisa acompañó a la mano que se extendía con languidez por debajo de las patas a la altura de sus narices… ya me extrañaba, y le dio a repetir llamada. Sonó un rato. Lo imaginaba como tantas veces lo había visto, desprovisto del alma y de materia, en el limbo de los líquidos que esta vez venían acompañados de sangre, su herida, sí, la foto, ah sí la falda, la tierra, los pantalones, quítate… En el silencio al otro lado habían descolgado...hinnn, no me quieres ya, ya no me llamas después de hacer el amor. ¿Me oyes? ¿despiertas? ey, sigo aquí, no me digas que andas tirado todavía, porque… yo también… Sí, se oyó con una sequedad más que de boca. Pues si estás ahí, querido, dime de nuevo, dímelo, no es verdad que aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla, una isla de entre los fantasmas, como siempre pensamos, dime ¿aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla? (Pilar)

Pulso pausa. Paso a plano general. Reenfoco la escena: salón-comedor, sofá tela raída, televisión silenciada l culebrón de turno, portezuelas de las ventanas-balcón semicerradas, con persiana de esterilla echada para evitar entre el sol en Julio Corriente. Centro la escena, mi cuerpo. Tendido en el suelo, restos de semen en las baldosas respiran mi sudor y la mala conciencia ha dejado una mancha en una de las losetas de barro que no va a haber manera de sacar… Me incorporo, pero antes de colocarme las lentillas de ser culturado en judeo-cristianismo me coloco debajo el ventilador… qué fresquito en los cojones. ¡Ya! Me calzo la falda… ¿o eran los pantalones? (raull)

Debían ser mis pasos y debía ser verano señor inspector,sí, esa mancha, la loseta ensangrentada, la falda blanca que hacía unos instantes besaba y abrazaba, mojaba entre sudor y semen, esa que escondía entre los muslos unos momentos antes, colgaba del televisor como antesala para el gran espectáculo de mirarla de nuevo, ajena, insinuante, lánguida.

...tengo sed, necesito algo de beber...un cigarrillo...

Entró de golpe una bocanada de viento como si una nube de tormenta hubiese tomado aquel lugar de improviso, y miré hacia atrás asustado, a ciegas tanteé intentando recoger los pantalones, algo me decía que en cualquier momento tendría que salir corriendo. De refilón, otra vez ella y la insinuación. Esa imagen. Casi a la vez, sin darme cuenta... ¿fue antes o después? ...no sé, señor inspector, entonces oí aquellas palabras muy cerca de mi oído. (Pilar)


Sí, eso es cierto, una bocanada de viento, de repente, partió la sala en dos. A un lado los gritos; al otro el silencio. Aquel inspector, antes seguro en sus formas, incrédulo ante lo evidente, sintió cómo el silencio se apoderaba de su conciencia. Sólo la vista parecía respoderle porque allí seguía él bajándose los pantalones una y otra vez. Intuía que gritaba suplicando comprensión porque sus labios parecían deformarse al tiempo que se arrancaba mechones de pelo...Pero no escuchaba, no escuchaba, no escuchaba...

Le dio la espalda, no quiso verlo. Quiso alejarse en su presencia y despertar así de aquella pesadilla. Apoyó las manos en la pared y tomó aire; profundamente. Una y otra vez profundamente. Y entre bocanada y bocanada, a lo lejos, muy a lo lejos pareció intuir un sonido. Se incorporó friamente, sin perder la calma y cerró los ojos porque le pareció la mejor manera de no entorpecer al resto de sentidos.

Sí, escuchó. Un susurro, era un susurro femenino. Lo escuchó. Repetía: "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla", "aún emerge entre los fantasmas la posibilidad de una isla"......

Hipnotizado, se giró en busca de aquellas palabras. Sólo encontró unos pantalones ensangrentados. Ni rastro del hombre, ni de aquella otra voz. Sólo aquellos pantalones.(Aloia)



Se rascó la cabeza y se mesó la barba. Cerró los ojos para comprobar si todo había sido un sueño, una ilusión alucinada o una broma de mal gusto. Nada de eso, volvió a dirigir su mirada hacia la esquina de la discordia. Y allí seguían esos pantalones de pana ensangrentados.
Pensó que quizá el miedo y su hijo ciego habían vuelto a casa.
Sombras y sombras de duda vendida asomaban por sus pobladas cejas. Escalofríos sacudieron su adormecido ser. Es posible que aquel hombre desvanecido fuera aquello que más temía y que antaño fue su razón de ser. (Hôichi)