sábado, 21 de marzo de 2009

LLEGA!

escritorio primavera


¡PUÑADOS DE FELICIDAD!

pd.- llevar flores


Nadie nunca me había hablado de aquello, en realidad de casi nada que se pueda entender se habla mientras se crece. En esa feliz ignorancia pasaban todos los días, largos, las estaciones con intensidad, los años, uno tras otro, sin conciencia de cambio.
Estaba sentada en un banco que me quedaba grande. Tendría unos diez años y la señorita Aurelia nos hacía un dictado que luego corregía en la pizarra. A la derecha había un mapa del mundo, entero. Las piernas me colgaban y se balanceaban sin ton ni son. Con un poco de esfuerzo las puntas de los zapatos rozaban el suelo, y era así que de vez en cuando estiraba el cuerpo y tomaba impulso para el balanceo. Bailaba inconsciente hacia el borde el asiento, y jugaba toco el suelo no lo toco mientras contemplaba África como en piezas de un puzzle de colores. Todo era juego, las faltas de ortografía, los copiados, el rellenado de ejercicios, las puntas de los talones rozando el suelo. Ahora los talones, punta, talón, talón, punta, empezar con la derecha, terminar con la derecha. No sé qué ropa interior podía llevar ese día, casi cierto fue un inicio de primavera, sin frío, con ligereza de ropa. Estiro las piernas mientras hago unas cuentas, multiplicar, una división sencilla, rozo el suelo, tomo impulso de nuevo, me recoloco en el asiento. Vuelvo a bajar los pies, los cruzo a la altura de los tobillos, rozo el suelo, echo las rodillas a volar, tomo impulso y así voy sintiendo un cosquilleo entre las ingles que burbujea y pide más, más movimiento durante unos minutos, intenso, y entre cuentas, renglones del cuaderno, mi punta de lápiz, goma en la mano izquierda, algo que luego supe se llama orgasmo. Suspiros. Acaloramiento. Abrir los ojos, comprobar que la clase sigue en silencio.